Sin embargo, hoy que los objetos se encuentran recluidos casi permanentemente en la celda del utilitarismo, ajenos en general a cualquier tipo de acto liberador, la desesperación prolifera. No es infrecuente encontrar en la ciudad los cadáveres de la funcionalidad: todos los objetos que, habiendo conseguido un mínimo hálito de vida, se han visto abocados al suicidio".
Estas vallas soñaban con con ser panderetas en la carcajada de una chica, desencadenantes de maldiciones, regalos de boda, alas de pájaro que duerme en el aire, frenazo de autobús confundido con llamada telefónica. Pero las condenaron a trocear el espacio e impedir que las personas entrasen en las obras a construir las casas con sus propias manos. En un último acto de amor a sí mismas, prefirieron ser Ofelias flotando en la charca.
Suicidios en punto muerto: suicidios deviniendo, no consumados por la acción opresiva de los cristales de escaparates.
Muchos objetos, como esta lata de tomate frito, degradados a lo más bajo por su nacimiento en serie, optan por suicidarse no sólo por el hastío de estar reducidos a lo utilitario, sino también para desprenderse de la homogeneidad, para escapar de un torturante sentimiento de ser indistinguibles respecto a cualquier otro de su especie.
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